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EL CATATUMBO CONTINUA SIN CONTROL

  • Foto del escritor: TVCUCUTA
    TVCUCUTA
  • 13 feb
  • 3 Min. de lectura

El poder del narcotráfico pareciera haber vencido al estado.

Después de prácticamente un mes del inicio de los enfrentamientos entre grupos guerrilleros, el ejercito colombiano no ha podido devolverle la tranquilidad a la región.


El conflicto armado en el Catatumbo sigue fuera de control. A casi un mes de intensos combates entre el Frente 33 de las disidencias de las FARC y el ELN, la violencia ha dejado más de 53.000 personas desplazadas, 52 asesinatos y el confinamiento de 30.908 habitantes.




La lucha por el control del narcotráfico y los recursos naturales ha convertido esta región en un campo de batalla, donde el poder de las economías ilegales parece superar la capacidad del Estado para imponer el orden.


Una crisis humanitaria sin precedentes

  • Más de 46.000 niños sin acceso a clases debido a la inseguridad.

  • Desplazamientos masivos hacia Cúcuta, Ocaña y Tibú.

  • 52 asesinatos en lo que va del año, incluyendo líderes sociales y excombatientes de las FARC.

  • 400 toneladas de ayuda humanitaria han sido enviadas, pero la situación sigue siendo crítica.


Un territorio olvidado y en disputa

El Catatumbo, una de las regiones más ricas en biodiversidad y recursos de Colombia, ha sido históricamente abandonado por el Estado. A pesar de haber sido la primera provincia petrolera del país, el desarrollo nunca llegó y desde los años 70 el territorio quedó bajo el dominio de grupos guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes.




Desde mediados de 2024, la violencia se intensificó hasta alcanzar niveles alarmantes a comienzos de 2025. Hoy, la región es un territorio en disputa, clave para el narcotráfico y la minería ilegal, mientras la población civil queda atrapada en medio del fuego cruzado.



violencia desbordada y fuerzas militares sin recursos

La decisión del Gobierno colombiano de decretar el estado de conmoción en el Catatumbo no solo evidenció la grave crisis de seguridad en la región, sino que también sacó a la luz otro problema alarmante: el debilitamiento de las fuerzas militares por falta de presupuesto.


Según documentos oficiales presentados para justificar la medida, entre 2024 y 2025, el Ejército, la Fuerza Aérea, la Armada y la Policía sufrieron recortes presupuestarios drásticos. La Armada perdió el 25 % de sus recursos, mientras que el Ejército tuvo una reducción del 47 %, afectando directamente su capacidad operativa. En el caso de la Fuerza Aérea, con el presupuesto actual, solo podrían operar hasta junio de 2025.

Advertencias ignoradas: la violencia se salió de control


Desde 2019, expertos y organismos de derechos humanos han advertido sobre el creciente poder del ELN en la región y la expansión de las disidencias de las FARC a través del reclutamiento masivo, incluso de menores de edad.

Diógenes Quintero, congresista del Catatumbo y exdefensor del Pueblo en Ocaña, alertó en su momento sobre la consolidación del ELN como grupo dominante y el resurgimiento de las disidencias. Sin embargo, el Estado ignoró estas advertencias.


El 3 de febrero, el comisionado de paz, Otty Patiño, admitió públicamente que el Gobierno no analizó las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo sobre el deterioro del conflicto. “No hubo un análisis a fondo de por qué se estaba exacerbando la confrontación entre el Frente 33 y el ELN, pese a que tenían una situación de convivencia”, reconoció.



¿Dónde está el Estado?

A pesar de los operativos militares, la presencia de las autoridades sigue siendo insuficiente. Expertos advierten que la crisis no se resolverá solo con operativos armados: se necesita inversión social, oportunidades económicas y un verdadero compromiso del Gobierno para frenar el dominio de las economías ilegales en la zona.



¿Qué sigue para el Catatumbo?

La región enfrenta un escenario donde la violencia se expande sin un plan claro del Estado para contenerla. Con fuerzas de seguridad debilitadas y una estrategia tardía, la población civil sigue atrapada en una guerra que el Gobierno no supo prever ni detener.

 



El Catatumbo sigue ardiendo, y sus habitantes, una vez más, parecen haber sido abandonados a su suerte.


Por: Rosa Hernández / Periodista

 

 

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