Joven cucuteño en la COP30
- TVCUCUTA
- 21 nov
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La participación juvenil volvió a ocupar un papel central dentro de las negociaciones climáticas.

Entre quienes integraron delegaciones oficiales destacó un cucuteño de 22 años, cuya trayectoria evidencia tanto los avances como las limitaciones que persisten en la inclusión de jóvenes en la toma de decisiones globales. Su involucramiento comenzó en Cúcuta, cuando aún estaba en el colegio, y organizó una protesta estudiantil para exigir acción climática local, experiencia que marcó su comprensión de cómo la crisis ambiental profundiza desigualdades sociales.
El joven delegado ha seguido de cerca el proceso de la CMNUCC desde la COP25, inicialmente desde la distancia, monitoreando negociaciones y elaborando propuestas juveniles. Su presencia formal en los espacios multilaterales comenzó en la COP28 en Emiratos Árabes Unidos, y se consolidó durante la COP16 del Convenio de Diversidad Biológica en Cali.
Ahora, en la COP30, formó parte de la delegación del Gobierno de Colombia, alineado con un mandato claro: impulsar la eliminación global, justa y equitativa de los combustibles fósiles, apoyar el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles y promover reformas profundas en la arquitectura financiera internacional.
En el terreno técnico, su trabajo se concentró en el SBI 63, órgano donde se definieron elementos claves para la implementación de futuras decisiones. Sobre la participación juvenil, destacó avances concretos como el Programa de Glasgow sobre Acción para el Empoderamiento Climático, adoptado en la COP26, y la creación del Youth Climate Champion en la COP28, figuras que han permitido que la acción juvenil pase de ser simbólica a tener incidencia real.
YOUNGO, la circunscripción oficial de jóvenes, hoy presenta propuestas de texto, participa en discusiones técnicas y coordina intervenciones formales. Además, este año, más de 70 jóvenes se integraron como negociadores a través de iniciativas como la Youth Negotiator Academy.
Sin embargo, persisten barreras profundas: limitaciones de financiamiento, dificultades para acceder a acreditaciones, estigmas sobre la capacidad técnica de los jóvenes, obstáculos de idioma y altos costos de participación que dejan por fuera a la mayoría antes incluso de intentarlo. Con el cierre de la COP30, el mensaje es claro: la participación juvenil ha avanzado, pero aún no es plena.
La presencia de jóvenes negociando demuestra preparación y voluntad; ahora el desafío es institucionalizar este acceso para que no dependa de excepciones, sino de reglas que garanticen una representación equitativa y estable.




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