Aumenta estupor a medida que se conocen detalles del secuestro del niño Lyan. Ajustes de Narcos.

“Nos equivocamos”: el aterrador error del narco que terminó con el secuestro del niño Lyan en Jamundí

La orden era clara: capturar a un objetivo adulto en medio de una deuda millonaria. Pero los sicarios se llevaron a un niño.

El horror que estremeció a Colombia el pasado 3 de mayo en Jamundí, Valle del Cauca, no fue un secuestro infantil al azar. Al parecer, detrás del rapto de Lyan José Hortúa Bonilla, de tan solo 11 años, se esconde un entramado criminal dirigido por uno de los nombres más temidos del narcotráfico colombiano: Diego Rastrojo.

La historia, confirmada por fuentes de alto nivel en la Policía Nacional y organismos de derechos humanos, expone una cruda realidad: el niño fue secuestrado por error. El verdadero objetivo era Jorsuar Suárez, padrastro del menor, o Angie Bonilla, su madre. Ambos eran considerados piezas clave en un ajuste de cuentas relacionado con una deuda que habría enfurecido al capo.

El grupo armado responsable, la disidencia Jaime Martínez, actuó por instrucción directa de Rastrojo. Sin embargo, al no encontrar a los adultos en el lugar, los sicarios decidieron llevarse al niño. Más tarde, miembros del grupo habrían confesado: “Todo fue un error”.

Un error macabro, que activó la alarma nacional y convirtió al pequeño Lyan en rehén de una guerra narco. La presión mediática, el clamor ciudadano y la indignación pública desataron una ola de solidaridad. Pero detrás del telón, se libraba otra negociación: la madre del menor, con conocimiento directo de la estructura criminal de Los Rastrojos, habría accedido a un pago exigido para recuperar a su hijo con vida.

Las autoridades ya tienen en su poder información clave sobre el caso y trabajan con agencias de inteligencia para esclarecer el trasfondo completo del secuestro.