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Cayó “el Gallero”: presunto homicida de un venezolano fue capturado en plena pelea de gallos en Cúcuta

  • Rosa Hernández
  • 15 abr
  • 3 Min. de lectura

La justicia le llegó en medio del bullicio, el sudor y los gritos de una gallera. Ahí, en su terreno, entre apuestas y gallos ensangrentados, cayó Jorge Daniel Hidalgo Farfán, alias el Gallero, señalado de asesinar a sangre fría a José Enrique Vásquez Morillo, un migrante venezolano que solo quería proteger a su familia.


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El crimen ocurrió el 11 de agosto de 2024, en el barrio Tucunaré, al sur de Cúcuta. Una discusión por un terreno habría sido el detonante de una tragedia que dejó enlutada a una familia que aún no se repone del impacto. José Enrique, de 42 años, había llegado desde Valencia (Venezuela) huyendo de la crisis y buscando una vida mejor. Trabajaba en una arrocera y vivía tranquilo junto a su compañera y su pequeño hijo en el sector La Finca.


Pero esa paz se rompió cuando apareció el Gallero, un joven de 27 años, también venezolano, que tras la caída de una banda criminal en la zona, se posicionó como el nuevo jefe del barrio. Según vecinos, comenzó a controlar el microtráfico, a imponer el miedo, y a decidir quién vivía o quién debía irse.



Una luz que desató la furia


El conflicto surgió por un lote baldío al lado de la vivienda de la víctima. Era un espacio oscuro y peligroso donde se escondían ladrones y consumidores de droga. La pareja de José Enrique decidió instalar una lámpara para iluminar el lugar, pero eso molestó a el Gallero, que pretendía usar el terreno como punto de expendio de droga.


La discusión fue fuerte. Testigos dicen que, aunque terminó con un apretón de manos, el silencio posterior fue solo el preludio de la tragedia. Una semana después, el presunto delincuente habría regresado con dos cómplices para acabar con la vida del hombre que osó enfrentarlo.


El día del crimen


José Enrique regresaba a casa con su pareja tras hacer unas compras. Apenas entraban a la vivienda cuando fueron interceptados. Según versiones, uno de los hombres le pasó el arma a el Gallero, quien obligó a su víctima a bajarse de la moto y sin mediar palabra le disparó varias veces.


Mientras el hijo de la pareja se escondía bajo una cama y su madre corría a buscar refugio, uno de los cómplices gritó: “¡termínelo de matar, porque está vivo!”. Entonces, el Gallero habría regresado y lo remató en el suelo.

El cuerpo fue llevado al Policlínico de Atalaya, pero ya era tarde. José Enrique murió en el hospital.


Desde ese día, su familia se propuso una misión: encontrar al asesino. Tocaron puertas, recogieron pistas, y no descansaron. Aunque por meses el sospechoso logró evadir a las autoridades escondiéndose entre invasiones y rutas clandestinas, finalmente la justicia lo alcanzó.


El pasado sábado, una llamada alertó a la familia: el Gallero había sido visto entrando a una gallera del barrio Antonia Santos. Cargaba un gallo bajo el brazo. Era su afición y su apodo. La Policía montó un operativo esa misma noche.


A las 11:55 p.m., los uniformados lo sorprendieron. Aunque intentó huir por la parte trasera del lugar, fue capturado. Tenía una orden vigente por homicidio agravado y porte ilegal de armas.


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Hoy, mientras el capturado espera la audiencia de legalización y definición de su situación judicial, su rostro ya no se esconde. En Cúcuta, un barrio respira con alivio, aunque el vacío que dejó José Enrique, para sus familiares aún no se llena.

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