Los hornos de Juan Frío se replican en México
- Rosa Hernández
- 11 mar
- 3 Min. de lectura
La violencia del narcotráfico en México sigue dejando huellas de terror y horror en la sociedad. En un nuevo episodio digno de una película de horror, autoridades y colectivos de búsqueda descubrieron tres hornos crematorios clandestinos en una finca del estado de Jalisco, utilizados por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) para deshacerse de los cuerpos de sus víctimas.

El macabro hallazgo tuvo lugar en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, un predio de casi 10 hectáreas que operaba como centro de confinamiento, adiestramiento y exterminio del grupo criminal. La Fiscalía del estado, que ya había intervenido el sitio en 2024, se encuentra ahora bajo la lupa tras evidenciarse que los hornos pasaron desapercibidos durante la primera inspección, realizada entre septiembre y octubre del año pasado.
La revelación, hecha por el colectivo de familiares de desaparecidos Guerreros Buscadores, expone no solo la brutalidad del crimen organizado, sino también la negligencia de las autoridades encargadas de investigar estos sitios de exterminio. Fue este grupo de búsqueda, y no la Fiscalía, quien recibió la denuncia anónima que condujo al hallazgo, lo que genera cuestionamientos sobre la efectividad de las investigaciones oficiales y el posible encubrimiento de estos crímenes.
La indignación llegó hasta la presidencia. Claudia Sheinbaum calificó como "terrible" el descubrimiento y cuestionó abiertamente el papel de la Fiscalía de Jalisco en el caso. El gobierno federal, en una reacción tardía, estableció contacto con el gobernador Pablo Lemus y la Fiscalía General de la República para determinar si es necesaria una intervención a nivel nacional.
Una finca que ya había sido intervenida
El Rancho Izaguirre fue tomado por las autoridades en septiembre de 2024, tras un enfrentamiento que dejó diez personas detenidas, dos víctimas liberadas y un fallecido. Sin embargo, a pesar del uso de maquinaria pesada, georradares y perros en la inspección, los hornos crematorios no fueron descubiertos hasta marzo de 2025, cuando los colectivos de búsqueda rompieron el cerco de impunidad y destaparon la verdad.
Lo encontrado en el sitio es espeluznante: restos óseos calcinados, cientos de prendas de vestir, casquillos de armas de fuego y documentos que podrían arrojar luz sobre las identidades de las víctimas. Se calcula que los restos hallados corresponden a al menos cinco personas, aunque el número real podría ser mucho mayor.
Se Repite la historia de los Hornos de Juan Frio, Norte de Santander Colombia
Este tipo de crímenes recuerda lo sucedido en Colombia con los hornos crematorios de Juan Frío, en el municipio de Villa del Rosario, Norte de Santander. Durante los años más oscuros del conflicto armado, grupos paramilitares utilizaban estos hornos para desaparecer cuerpos de víctimas de su violencia, replicando las mismas tácticas macabras que hoy se evidencian en México. La conexión entre ambos casos demuestra que la práctica del exterminio sistemático no es exclusiva de un solo país, sino que es un método compartido por los grupos armados para borrar el rastro de sus crímenes y perpetuar el terror en las comunidades.
Las familias de los desaparecidos exigen respuestas y justicia. Mientras tanto, México y Colombia siguen sumidos en una espiral de violencia donde los grupos criminales dictan las reglas y el Estado parece llegar siempre tarde.
Este caso no solo revela la brutalidad del crimen organizado, sino también el fracaso de un sistema que sigue sin dar respuestas a miles de familias que buscan a sus desaparecidos. ¿Cuántos más hornos clandestinos quedan por descubrir? ¿Cuántas víctimas más necesitan ser halladas antes de que la justicia actúe con la contundencia que se necesita?



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